La razón, dulce razón… hermosa capacidad del ser humano, que nos distingue del puro y brutal institino del reino animal. Si señoras y señores, pensar y razonar lo que vemos, no vemos y lo que podríamos ver es una de las características màs entrañables de estas personitas que anadan con pantalones y zapatos, y se han auto determinados “seres humanos”.
Y ahí está el problema!. “Seres”, somos seres, no razones… nuestra capacidad de crear una mente y de enriquecer lo que vivimos, es simplemente eso… una capacidad, pero no una capacidad para nuestra mente, o para las un millón de cosas que podríamos hacer en este campo imaginario… sino una capacidad para el Ser.
El ser es ese estado sentimental, repleto de contradicciones que necesita del día a día para ir llenándose, es ese sentimiento casi inexplicable que le da pasión a tu razonamiento, que le da dolor y que le pone barreras físicas y sociales a todo lo que soñas, nuestro querido ser tan humano como se lo ve, se nos a convertido en la prisión perfecta, que limita y encierra nuestros sueños y razones… dejándolas como meras utopias o sueños vagos, que nos vacían un poquito más…… nuestro ser.
¿Qué irónico no?, uno necesita del otro para dar forma, y uno le da vida al otro…. Y a la ves, se encierran mutuamente… y es que nuestras razones son tan contarías a nuestros seres que nuestros sentimientos terminan siendo la pólvora de esta explosión, tales explosiones dejan a la cordura como un simple adorno y modismo, como algo inexistente…. No hay cordura señores, el choque de nuestra razón de ser nos ha convertido en seres incoherentes, en soñadores frustrados por naturaleza… nos a llevado a inventar “caminos de vida”, que nunca sabemos bien a donde llegan…. Nos han empujado a imaginar, desfigurar y buscar la alegría, a temerle como un precipicio sin fondo a la tristeza…. Y a tentar siempre, con cada explosión a la melancolía…. Una vieja conocida, que se pasea siempre… esperando el momento neutro entre nuestras razones y nuestros seres.
Hemos buscado semejantes a nosotros, replicas iguales que vivían nuestros mismos dilemas… para buscar como un laberinto sin salida, alguna explicación a semejante contradicción. Y ahí nacen tus amigos, tus conocidos, tu familia, tu pareja de vida…… y ahí nacen también los enemigos, esos espejos antónimos, esos demonios que inventamos para darle resquemor a nuestras razones, y odio a nuestro ser. Y son esas relaciones, de odio, amor y descubrimiento la que nos enriquecen… la que usamos para no parar de correr en este laberinto sin salidas…. Pero…. ¿Que pasa cuando dejamos de correr?.
Ahí es cuando nosotros, conocimos a la soledad…. La soledad que es la compañía de los que no encuentran espejos, que es el espejo de los que se cansaron de la compañía…..
No todas nuestras razones, y sentimientos… bastan para encontrar semejantes, los humanos somos muy característicos…. Por eso, casi siempre, después de tanto buscar la salida de este laberinto, los momentos que nutran a nuestro desperado ser…..nos topamos con la soledad, y la soledad es íntimo amigo de la melancolía….
La soledad se lleva bien con la melancolía, no son antagónicos… son complementarios. La primera es el fracaso de los seres, que no encontraron razones para relacionarse con sus espejos… la segunda ( como ya sabemos) es la mano anónima, que neutraliza nuestras explosiones… que apaga la pólvora que tenemos, y congela nuestro tiempo y espacio…. La melancolía, es de un frío insufrible, y sufrible a la ves.
¿Qué hará entonces mi ser?, ¿Qué hago con mi razón?.... un humilde escritor que crea estas líneas, no pide una falsa armonía…. Pide que la pólvora que crean día a día sea dirigida con realidad, con un ser que aplique al día a día las razones que lo hacen mover en silencio, este escritor pide romper las cadenas que atan a nuestras razones, con la escusa de lo “real”, “posible”, y “correcto”…. Pido, y les pide…. Pólvora buena, pólvora que alivie al ser, y a sus razones.
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