sábado, 30 de abril de 2011

La avenida por subir.

Sea una repleta y cargada 9 de julio, tras el ocaso del sol, pero al calor de un furioso piquete. Sea una ruta larga e interminable, llena de grafitis de la Garra Blanca o de panfletos izquierdistas y de realidades variables, con nombre de viejo imperio Europeo. Sea quizás en la avenida Obispo, ¿no?, con el sonido abrumador de las discusiones en las plazas sobre beisbol, y con la luz de un cartel que indica la victoria en playa girón, acompañado del alegre retrato de un niño sonriendo, y saliendo de una de las tantas escuelas que en esa avenida habitan.

Sea en cualquiera de estas avenidas, u en cualquiera de las que no nombre, siempre estará él. Aquel joven y maduro señor que camina cabis bajo, mirándose las zapatillas, recordando con cada mirada, con cada paso, el anterior movimiento que dio. Pensando un poco en lo que hay dentro de la mente, y más específicamente; dentro de su mente. Da pasos largos aveses, porque no quiere perder el ritmo, y aveses da pasos cortos, porque nunca está seguro a donde ir. Reflexiona un poco más sobre lo que su mente está fabricando, y sobre los pasos que está dando; y casi sin darse cuenta…. Levanta la cabeza.

Aquel joven se da cuenta que tiene que empezar a subir la avenida, que se pone larga y complicada, casi tan complicada como las paradojas existenciales que siente a la hora de estar solo y tener que reflexionar. Por eso, empieza a mirar, utiliza esa habilidad y lujo que muchos humanos tenemos, que es la vista, para observar que cosa nueva hay a su alrededor. El resultado es interesante, porque aunque nunca vio a esas personas que pasan alado suyo, siente, como si fueran las mismas que ve todos los días. La neutralidad se ha apoderado definitivamente de su estado emocional. Y nuestro joven decide empezar a hurgar un cigarro en lo más hondo de su bolsillo, lo busca, se esfuerza y lo encuentra. Por quinta vez en el día empieza a disfrutar ese fuego que prende, por quinta ves en estas 24 horas, saborea ese humo que sale pidiendo auxilio, y por quinta vez casi que consecutiva, se promete silenciosamente no volver a hacerlo jamás. Claro, sabe que la sexta vez esta al final de la avenida, para romper la promesa.

El joven, señor y fumador empieza entonces a disfrutar esa inhalación que le impone al esmog. Ve la vida con otros ojos, ahora que está realizando una acción con sus manos y su boca, cree ilusamente que esta nueva postura y acción, lo hará encontrar algo distinto en esta vieja y transitada avenida. Obviamente falla. Este leve fracaso, lo empieza a sentir callado, y sin murmuro, lo siente como algo normalmente anormal.

Entonces, logra el abandono definitivo de su rápida y fugas búsqueda, y se prepara, a encarar la mitad de la avenida que le falta para tomar su medio de transporte, con el pensamiento de su trabajo de sus responsabilidades, de esa elección de vida que ya ni sabe porque la tomo, pero sabe porque la tiene que cumplir mañana. Definitivamente, caminar con el murmullo de la ciudad, pensando en responsabilidades es algo poco agradable. Y más aun cuando a nuestro caminante se le acaba el último cigarro que le quedaba. Se lo fumo, solo y con un sentimiento de desolación. Sin dudas que lo mejor ahora es observar esos detalles que la razón y delirio de la ciudad entrega, es hora de que el silencio pensativo que lo aqueja, se convierta en un sentimiento de búsqueda.

Sin cigarros, pero con los ojos abiertos, este muchacho empieza a tocarse esa poca barba que se dejo crecer para examinar con cuidado cada detalle que ve. Ahí está ante sus ojos los vagabundos pidiendo monedas, ¿Cuántas tendrá?, ¿Cuánta gente le habrá dado?, ¿Por qué una persona terina en la calle?. Sin embargo no hay tiempo para pensar, porque al instante aparece un grupo de estudiantes corriendo con mezcla de alegría y tristeza, que tremendos misterios y vida esconderán esos uniformes, piensa con algo de melancolía nuestro joven.
Ahora que ya no sabe a que mirar, todo le trae dudas y estrés a la vez, cada mirada encierra un mundo de posibilidades y de vidas, que él jamás se hubiera preguntado. Entonces, hace lo que todos haríamos. Mirar al cielo, y relajar la vista en ese tono casi rosado en que el sol se pierde, y la noche se encuentra. Esta vez no tiene cigarros, pero el leve sentimiento de alivio y esperanza, se renueva, casi sin que él se diera cuenta.

Las zapatillas gastadas que miraba cabis bajo, el cigarro que se fumo, la barba que se toco, y las realidades que toco conducen a sentimiento y a pasos que desembocan siempre en el mismo lugar.

Nuestro joven a llegado a la parada correspondiente para tomar el transporte, y mientras se sube con cansancio y tranquilidad, se da cuenta que la ruta es la misma que alguna vez pensó en nunca tomarse.

El sol se ha ido, la madrugada a aparecido, y mientras él se refugia en su mundo onírico; no se va a dar cuenta que la avenida, sigue en el mismo lugar que ayer.

domingo, 13 de febrero de 2011

Niño Palestino.

El sol saluda a la humanidad, el sol nuevamente ha salido…. Este inmortal foco de fuego, nos trae esperanzas renovadas para encarar la vida y sus desafíos. Todos vemos el sol, todos sentimos su calor; pero en algunos lugares, la noche hico un eclipse con la felicidad.

Esos lugares abundan, son muchos en una tierra donde el hombre maltrata al hombre, para sentirse mejor.

Dentro de la noche de algunos hombres, de algunos pueblos…. Y de algunos niños, hay afortunados que a pesar de sufrir por lo menos tienen una tierra propia, tienen una cierta soberanía sobre su sufrimiento, un patriotismo terrenal que los mantiene movilizados.

Pero hay otros, que se les arrebato su derecho a ser, a existir, a tener un hogar libre de malditas guerras y malditas bombas…. Hay algunos que no pisan la tierra, sino que pareciera que la tierra los piso a ellos.

En medio oriente hay mezquitas, desiertos, petróleo y un pueblo muy humilde que intenta buscarse un lugar en el mapa para ser. En ese pueblo hay hombres buenos, hay hombres malos, hay mujeres, animales…. Y si, hay niños. Tan inocentes, tan niños…. Simples y alegres criaturas que no entienden de tratados limítrofes, de intereses monetarios o de “seguridad nacional contra el terrorismo”.

Lamentablemente los niños palestinos, no han podido esperar a la adolescencia para romper ese hermoso mundo de cristal e inocencia en el que todos vivimos, ese mundo de colores nuevos, de madre atenta y cariñosa, de amigos juguetones, de un padre trabajador y juguetón…. No. Para los niños palestinos no hay infancia, las estupideces de la gente grande, los caprichos de algunos señores de corbata, hicieron que la infancia se convierta en una utopía.

En la franja de Gaza, ya no hay madres atentas para los niños, ya no hay escuelas ni colores nuevos…. Los niños se acostumbran a ver un rojo triste y pálido, corriendo por las calles de su pueblo. No hay amigos juguetones, sino señores grandes, con armas que no son precisamente de juguetes, asentó extrajeron y prepotente…. Muy arrogante, y un traje militar muy coqueto… paseándose por el pueblo, apuntando y disparando. Estos señores se han ganado el miedo de los niños, que intentan no temer tano, cuando les dicen… “no te preocupes, vengo en misión de paz”.

Que ironía no, cuando somos niños la paz no tiene olor a azufre, o color a sangre, cuando somos niños la paz no viene acompañada de llantos doloroso, y cuerpos mutilados…. los niños palestinos se preguntan todos los días de que extraño lugar vendrán estos forasteros, los niños palestinos ya no entienden la palabra paz… solo entienden que hay extraño que la repiten.

Que triste condición las de estos niños, tan olvidados que ni el mapa les dio un lugar, tan quebrantados que hasta la infancia se les fue arrebatada…….

El sol sigue cubriendo las calurosas tierras de la franja de Gaza, y hoy… otro niño sigue esperando que su padre vuelva del trabajo, y lo sigue esperando, y lo sigue esperando. Cuando yo era niño, no me gustaba cuando mi padre no llegaba, pero siempre lo hacia… siempre lo vi y lo sentí llegar. Este niño, solo se ha quedado con su foto, inmortalizando algún recuerdo que su humilde mente haya guardado. ¿Su padre?, bien gracias, son algunos costos o “daños colaterales” (como le dicen los forasteros), que la paz, tiene que cobrar. Y mientras mas cobra esta palabra, mas significado pierde para los niños Palestinos.

El sol se tiene que ir en estas tierras, pero la luna no es la cura para estos niños…. En las noches estos infantes casi ni oyen los llantos de sus viudas madres, las bombas que caen destrozando más plazas y amiguitos de estos niños se hacen insoportables. Como lobos malignos, y de la peor cizaña, estos forasteros que hablan de paz y seguridad nacional, aprovechan la impunidad de la noche para seguir robando infancia. Creen que la noche tapara sus delitos, pero en alguna aldea, hay un niño que los vio, que los escucha…. Y aunque nunca reciba una nota de la CNN, ese niño se llevara la verdad de la “paz”, para toda la vida.

Otra semana pasa, el hambre aumenta porque desde luego la franja de Gaza esta bloqueada, para evitar “armar terroristas”…. Aunque los verdaderos terroristas sigan armados y prepotentes.

Pero hay una novedad, una buena noticia…. Hoy, en una casa del bario, la mama de una familia pudo sintonizar la radio, los niños corren a escuchar de que hablar en los lugares donde no lleven bombas, sino gotas de agua. Los niños se encuentran con que hay buenas noticias, un señor con un cargo alto, y con una gran profesionalidad, a dicho que “la paz y el orden se sigue manteniendo en la franja de Gaza, gracias a los esfuerzos de las tropas de Israel”.

La radio se apaga, las bombas se escuchan, la madre se oculta… y en algún lugar de la franja de Gaza, hay un niño atemorizado, mal alimentado y asustado, que se entero de la hipocresía humana y del despotismo. Pero no importa, porque para este niño, la violencia del orden y de la paz, lo mantienen alejado de la razón.

Solo espera (asustado y atemorizado), que algún viento, alguna lluvia…. Se los lleve, se lleve a los forasteros y traiga a su padre, que se vallan esos ruidos en las noches, y ese eco de bota en las mañanas, que se vallan, que se vallan y que no vuelvan nunca más. Porque hay un niño, que esta buscando su infancia.

domingo, 23 de enero de 2011

La junta de lo que sos, y lo que sentis.

La razón, dulce razón… hermosa capacidad del ser humano, que nos distingue del puro y brutal institino del reino animal. Si señoras y señores, pensar y razonar lo que vemos, no vemos y lo que podríamos ver es una de las características màs entrañables de estas personitas que anadan con pantalones y zapatos, y se han auto determinados “seres humanos”.

Y ahí está el problema!. “Seres”, somos seres, no razones… nuestra capacidad de crear una mente y de enriquecer lo que vivimos, es simplemente eso… una capacidad, pero no una capacidad para nuestra mente, o para las un millón de cosas que podríamos hacer en este campo imaginario… sino una capacidad para el Ser.

El ser es ese estado sentimental, repleto de contradicciones que necesita del día a día para ir llenándose, es ese sentimiento casi inexplicable que le da pasión a tu razonamiento, que le da dolor y que le pone barreras físicas y sociales a todo lo que soñas, nuestro querido ser tan humano como se lo ve, se nos a convertido en la prisión perfecta, que limita y encierra nuestros sueños y razones… dejándolas como meras utopias o sueños vagos, que nos vacían un poquito más…… nuestro ser.

¿Qué irónico no?, uno necesita del otro para dar forma, y uno le da vida al otro…. Y a la ves, se encierran mutuamente… y es que nuestras razones son tan contarías a nuestros seres que nuestros sentimientos terminan siendo la pólvora de esta explosión, tales explosiones dejan a la cordura como un simple adorno y modismo, como algo inexistente…. No hay cordura señores, el choque de nuestra razón de ser nos ha convertido en seres incoherentes, en soñadores frustrados por naturaleza… nos a llevado a inventar “caminos de vida”, que nunca sabemos bien a donde llegan…. Nos han empujado a imaginar, desfigurar y buscar la alegría, a temerle como un precipicio sin fondo a la tristeza…. Y a tentar siempre, con cada explosión a la melancolía…. Una vieja conocida, que se pasea siempre… esperando el momento neutro entre nuestras razones y nuestros seres.

Hemos buscado semejantes a nosotros, replicas iguales que vivían nuestros mismos dilemas… para buscar como un laberinto sin salida, alguna explicación a semejante contradicción. Y ahí nacen tus amigos, tus conocidos, tu familia, tu pareja de vida…… y ahí nacen también los enemigos, esos espejos antónimos, esos demonios que inventamos para darle resquemor a nuestras razones, y odio a nuestro ser. Y son esas relaciones, de odio, amor y descubrimiento la que nos enriquecen… la que usamos para no parar de correr en este laberinto sin salidas…. Pero…. ¿Que pasa cuando dejamos de correr?.

Ahí es cuando nosotros, conocimos a la soledad…. La soledad que es la compañía de los que no encuentran espejos, que es el espejo de los que se cansaron de la compañía…..

No todas nuestras razones, y sentimientos… bastan para encontrar semejantes, los humanos somos muy característicos…. Por eso, casi siempre, después de tanto buscar la salida de este laberinto, los momentos que nutran a nuestro desperado ser…..nos topamos con la soledad, y la soledad es íntimo amigo de la melancolía….

La soledad se lleva bien con la melancolía, no son antagónicos… son complementarios. La primera es el fracaso de los seres, que no encontraron razones para relacionarse con sus espejos… la segunda ( como ya sabemos) es la mano anónima, que neutraliza nuestras explosiones… que apaga la pólvora que tenemos, y congela nuestro tiempo y espacio…. La melancolía, es de un frío insufrible, y sufrible a la ves.

¿Qué hará entonces mi ser?, ¿Qué hago con mi razón?.... un humilde escritor que crea estas líneas, no pide una falsa armonía…. Pide que la pólvora que crean día a día sea dirigida con realidad, con un ser que aplique al día a día las razones que lo hacen mover en silencio, este escritor pide romper las cadenas que atan a nuestras razones, con la escusa de lo “real”, “posible”, y “correcto”…. Pido, y les pide…. Pólvora buena, pólvora que alivie al ser, y a sus razones.